Conformado por Ian Cooper y Paul Hammond, el dúo Ultramarine es uno de los proyectos más venerados de la música electrónica inglesa de los 90s, siendo un enlace vital entre la cultura eufórica del rave y la contemplación meditativa del chill-out.
El escriba musical Simon Reynolds los llegó a catalogar como techno-pastoral, un adjetivo que les abrió puertas en sellos discográficos afines a su música: Le Disques du Crepúscule, Blanco y Negro, Rough Trade y LTM, sellos que no necesariamente se enfocaban en música electrónica.
Siendo atípicos a grupos de mayor impacto comercial de esa época como 808 State, The Orb o los KLF, Ultramarine fusionaba el acid-house con elementos musicales afincados en el jazz o los sonidos progresivos de la escena Canterbury, incluso colaborando con Robert Wyatt de The Soft Machine.
Su más reciente disco, Send and Return, es el resultado de una sesión en vivo grabada a bordo de una barcaza a vela por el Támesis en el estuario de Blackwater en Essex, en la costa este de Inglaterra. Un disco meditativo y amplio, así como rico en ritmos y profundo en matices instrumentales y orgánicos, llevando la discografía de Ultramarine a nuevos campos musicales, continuando la senda explorada desde su retorno hace 10 años con This Time Last Year. Platicamos con Paul Hammond, acerca de este disco y la percepción actual sobre el legado musical de Ultramarine.
Conocí Ultramarine durante el apogeo de la música rave en el Reino Unido, a finales de los 80, pero parece que su música provenía de un entorno muy diferente (Le Disques Du Crepuscule, Factory Benelux) en lo que respecta a la música dance. ¿Alguna vez encontraste un lugar de pertenencia, en un sentido general, en esa escena de baile del Reino Unido?
Paul Hammond: Definitivamente sentimos una afinidad con la escena dance del Reino Unido a finales de los 80 y principios de los 90, pero siempre tuvimos una conexión bastante vaga con ella en la práctica. Hicimos buenos amigos, por ejemplo, a través del sello Brain Club y Brainiak en Londres y Chris Coco en el Zap Club en Brighton, pero no estábamos muy metidos en la escena de clubes. Pero el espíritu de esa escena en el Reino Unido (la música, la moda, las revistas, etc.) fue sin duda una gran influencia para nosotros. Transformó lo que estábamos haciendo e influyó en nuestro paso de una formación de banda tradicional (como en el álbum ‘Folk’) a un dúo formado por Ian y yo trabajando desde una base electrónica.
Sé que existía una escena musical más impresionista, baleárica, ambient o como prefieras llamarla, donde Ultramarine estaban más en sintonía. Saliendo de ahí The Orb o el álbum chill out de KLF. ¿Era algo grande esa movida? Históricamente, nunca he tenido la sensación de si esto era importante (en cuanto a la audiencia) dentro de la escena de la música dance en el Reino Unido.
PH: Sí, la escena que describes fue muy fuerte a principios de los 90 en el Reino Unido. Esa escena relajada (bandas como The Orb, Aphex Twin, Orbital, los artistas del sello Warp, etc.) fue fuertemente promocionada por la prensa musical del Reino Unido (particularmente las revistas NME y Melody Maker) y llegó a una amplia audiencia. Había una fuerte escena electrónica en vivo, particularmente en el Reino Unido y Estados Unidos, y estábamos de gira, tocando en lugares de “rock”, universidades, etc.
“Every Man and Woman Is A Star” es un álbum muy querido de esa época. Creo que llegó a diferentes tipos de audiencias, no sólo a los asistentes a las discotecas y a los entusiastas de la música electrónica. ¿Crees que, históricamente, el álbum se valora de la misma manera que la música de Boards of Canada, Aphex Twin o la música de esa época?
PH: Sí, siempre hemos recibido mucho amor y buenos sentimientos de la gente por “Every Man and Woman Is A Star”. Creo que la gente todavía tiene un sentimiento cálido por el disco hoy en día; ciertamente nosotros también. Creo que captura muy bien esa época: tiene un aire inocente de celebración y estuvo muy influenciado por la emoción y el espíritu positivo de la cultura de baile de esa época.
Ultramarine también pasó algún tiempo colaborando con músicos de la escena musical de Canterbury. ¿El objetivo de Ultramarine era rescatar esa herencia musical o simplemente colaborar con artistas que te influenciaron?
PH: No creo que pensáramos las colaboraciones en términos de rescatar un patrimonio musical como tal; quizás más una celebración de la música que nos gustaba. ‘United Kingdoms’ nació principalmente cuando descubrimos la escena de Canterbury buscando samples. Aparte de Robert Wyatt, no era una escena de la que hubiéramos sido conscientes antes de eso. La idea de hacer un disco con el tema de ‘Canterbury’ surgió gradualmente de la música y luego lo desarrollamos con las colaboraciones con Robert y Jimmy Hastings y, en un proyecto un poco posterior, con Kevin Ayers y Lol Coxhill.
Tengo la sensación de que los sellos discográficos no facilitaron el viaje musical de Ultramarine para lograr sus objetivos artísticos. Aun así, creo que la música de esa primera época ha resistido la prueba del tiempo. La escucho frecuentemente, no por nostalgia, sino porque en su conjunto me parece coherente, su objetivo y su evolución.
PH: No creo que nos pusiéramos las cosas fáciles en los años 90, ya que éramos bastante eclécticos en lo que hacíamos y nuestra música se desarrolló bastante rápido a lo largo de unos pocos álbumes. Como resultado, creo que éramos bastante difíciles de categorizar y realmente no encajamos en una escena en particular. No culparía especialmente a los sellos discográficos, ¡aunque probablemente lo hicimos en su momento!
En retrospectiva, habría sido interesante haber recibido una orientación artística más fuerte por parte de la dirección o de los sellos. Me pregunto adónde nos habría llevado eso comercialmente, pero, en aquel momento, nos resistíamos mucho a las aportaciones externas, así que supongo que no es posible. ¡En ambos sentidos!
Su nueva era, incluida la reciente sesión en vivo de Send and Return suena como una profunda exploración de espacios. Por alguna razón, tal vez los valores de producción (menos dependientes de samples) de la música sean más meditativos o inspiren reflexión. ¿Ese resultado refleja su edad, su deseo de estar más cómodos y en paz con lo que ven en nuestro mundo?
PH: Algunos de los discos recientes han sido bastante meditativos: parte del material de Signals Into Space, Meditations, el proyecto Blackwaterside y Send and Return, pero, como antes, tendemos a trabajar en proyectos así que no creo que el próximo material sea necesariamente de ese estilo. Nos gusta saltar de un estilo a otro. Fue muy divertido hacer las canciones con Anna Domino en ‘Signals Into Space’, por ejemplo. Creo que aprendemos cosas diferentes de cada proyecto y nos gusta la idea de poder usar pequeños elementos de cada estilo, ya sean pistas ambientales o canciones pop, y alimentar todo eso en cada nuevo proyecto.
ENGLISH
Consisting of Ian Cooper and Paul Hammond, the duo Ultramarine is one of the most revered projects of English electronic music of the 90s, being a vital link between the euphoric culture of rave and the meditative contemplation of chill-out.
The musical writer Simon Reynolds classified them as pastoral-techno, an adjective that opened doors for them on record labels that released their music: Le Disques du Crepúscule, Blanco y Negro, Rough Trade and LTM, not exactly electronic music focused labels.
Being atypical of groups with greater commercial impact of that time such as 808 State, The Orb or the KLF, Ultramarine fused acid-house with musical elements based on jazz or the progressive sounds of the Canterbury scene, even collaborating with Robert Wyatt of The Soft Machine.
Their recent album, Send and Return, is the result of a live session recorded aboard a sailing barge on the Thames in the Blackwater estuary in Essex, on the east coast of England. A meditative and broad album, as well as rich in rhythms and deep in instrumental and organic nuances, expanding Ultramarine’s discography to new musical fields, continuing the path explored since their return 10 years ago with This Time Last Year. We spoke with Paul Hammond about this album and the current perception of Ultramarine’s musical legacy.
I learned about Ultramarine during the heyday of rave music from the UK, late 80s, but it seems that your music came from a very different background (Le Disques Crepuscule, Factory Benelux) in regards to dance music. Did you ever find a place of belonging, in a general sense, in that early UK dance scene?
Paul Hammond: We definitely felt an affinity to the UK dance scene in the late ‘80s and early ‘90s but always had a quite loose connection to it in practice. We made some good friends through, for example, The Brain Club and Brainiak label in London and Chris Coco at the Zap Club in Brighton but we weren’t deeply into the club scene. But the spirit of that scene in the UK – the music, fashion, magazines etc – was certainly a big influence on us. It transformed what we were doing and influenced our move from a traditional band set-up (as on the ‘Folk’ album) to the duo of Ian and myself working from an electronic base.
I know that a more impressionistic music scene, balearic, ambient or whatever you prefer to call it existed, where Ultramarine were more in tune. Out of it, projects The Orb, or KLF’s chill out album were a part of. Was it something large? I have never gotten the sense, historically, if this was important (audience wise) within that dance music scene in the UK.
PH: Yes, the scene you describe was really strong in the early ‘90s in the UK. That loose scene – bands like The Orb, Aphex Twin, Orbital, the Warp artists etc. – was strongly promoted by the UK music press (particularly NME and Melody Maker) and crossed over to a wide audience. There was a strong live electronic scene particularly in the UK and US and we were touring, playing “rock” venues, and universities etc.
EMAWIAS is a very well loved album from that era. I think it reached across different types of audiences, not only club goers and electronic music enthusiasts. Do you think, historically, the album is valued in the same way as music from Boards of Canada, or Aphex Twin, or music from that era?
PH: Yes, we’ve always received so much love and good feeling from people for ‘Every Man and Woman is a Star’. I think people still have a warm feeling for it today; we certainly do. I think it captures that era so well – it has a celebratory innocence about it and it was very much influenced by the excitement and positive spirit of the dance culture of that time.
Ultramarine also spent some time collaborating with musicians from the Canterbury music scene. Was the aim of ULTRAMARINE rescuing that musical heritage or just collaborating with artists that you were influenced by?
PH: I don’t think we thought about the collaborations in terms of rescuing a musical heritage as such; perhaps more a celebration of music we liked. ‘United Kingdoms’ was mainly born out of us discovering the Canterbury Scene through digging for samples. Other than Robert Wyatt it wasn’t a scene we’d been aware of before that. The idea of doing a ‘Canterbury’ themed record gradually emerged from the music and we then built on that with the collaborations with Robert and Jimmy Hastings and, on a slightly later project, Kevin Ayers and Lol Coxhill.
I get a feeling that ULTRAMARINE’s musical journey was not made easy by record labels, in achieving your artistic aims. Still, I think that the music from that first era has stood the test of time. I listen to it frequently, not out of nostalgia, but because as a whole it seems consistent, its aim and evolution.
PH: I don’t think we made things easy for ourselves in the ‘90s as we were quite eclectic in what we were doing and our music developed quite quickly over a few albums. As a result I think we were quite difficult to categorise and didn’t really fit into a particular scene. I wouldn’t particularly blame the record labels – although we probably did at the time! In retrospect, it would have been interesting to have received stronger artistic guidance from management or the labels – I wonder where that might have taken us commercially but, at the time, we were very resistant to outside input so I suppose you can’t have it both ways!
Your new era, including the recent Send and Return live session, sounds like a profound exploration of spaces. For some reason, maybe the production values (less reliant on samples) the music is more meditative or inspires reflection. Is that result mirroring your age, wanting to be more at ease, at peace, with what you guys see in our world?
PH: Some of the recent records have been quite meditative – some of the material on ‘Signals Into Space’, ‘Meditations’, the ‘Blackwaterside’ project and ‘Send and Return’ but, as before, we tend to work in quite a project-based way so I don’t think the next material will necessarily be in that style. We enjoy jumping from style-to-style. It was great fun doing the songs with Anna Domino on ‘Signals Into Space’ for example. I think we learn different things from each project and like the idea of being able to use little elements from each style – whether it’s ambient tracks or pop songs – and feeding all of that into each new project.