Si bien las fallas técnicas restaron fuerza a la aparición de My Bloody Valentine en la décima edición del FYF Fest el pasado fin de semana en Los Ángeles, lo que permanece constante en su alrededor es el caos. 21 años antes, en The Ritz de Nueva York durante las New Music Nights (ahora CMJ), presencié otro tipo de caos, ante la inexperiencia de MBV de no poder traducir en vivo su obra maestra Loveless. Lo de entonces era una calamidad de sonido, de ruido tras pared de ruido, cascadas de feedback y de Kevin, Colm, Debbie y Bilinda, cada quien, agarrando para diferentes montes. Sin embargo, fue algo intensamente memorable, por que al parecer andaban todos tachados hasta su gorro, y la sensación de estar atrapado en el motor de un helicóptero en llamas y cayendo al oceano es algo que jamás podré repetir en vida.
Esta vez MBV tienen mejor tecnología y un grupo de asesores que son capaces de armar una pared de amplificadores y una pedalera de tres pisos para Kevin Shields, y esa destrucción ahora está controlada, hasta cierto punto. Lo que pasó en el FYF fue desafortunado, pero no inevitable. Todavía nadie ha declarado de quien fue el error, si del lado de MBV o del PA del FYF. Me puedo quejar del polvo que prevalece alrededor del FYF, de la invasión de douche bros que piensan que cualquier festival debe convertirse automáticamente en un DJ set de Steve Aoki, de la falta de contexto en la secuencia de programación en algunas partes del festival, pero jamás de un error humano como el de traducir a MBV en vivo, es parte del show.
Lo de MBV es inmaculadamente bello, en cualquier aspecto, es la máxima aspiración de escape y sensación jamás imaginada en el contexto del rock. Y cada uno de sus integrantes, son entrañablemente humanos y hermosos. Solo ellos serían capaces de algo como You Made Me Realise y salir vertiginosamente triunfantes con un casual dejo de “aqui no ha pasado nada, todo sigue igual”. Esa experiencia se agradece, ahora que es inteligible su intención en el escenario y al aceptar ellos mismos que no hay nada más allá de aquí a quien sabe donde.